La sociedad actual ya no considera al saber como un bien material, ubicuo, que reside en un lugar concreto (ya sea el cerebro del profesor o las estanterías de la Biblioteca). Hoy en día, los aprendizajes tienden a entenderse como el fruto de la conexión entre nodos de redes cada vez más amplias, que trascienden a los actores tradicionales del proceso de enseñanza-aprendizaje, y que van más allá del escenario tradicional de la educación, el aula.
Por tanto, el rol del profesor, en pleno siglo XXI, tiene que redefinirse para no terminar siendo un elemento irrelevante dentro de un mar de información. Si tomamos como referencia el que siempre fue el papel del docente, es decir, servir de mediador del conocimiento, nos encontramos con que el profesor hoy debe tener como funciones principales:
-Seleccionar información,
-Organizarla,
-Componerla de tal modo que sea relevante desde un punto de vista didáctico (agregarle valor),
-Y compartirla.
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