Con esa pregunta se abre el MOOC "Seguridad TIC y menores de edad para educadores" puesto en marcha por Red.es desde hace unas semanas. Y mi respuesta ha la pregunta no es muy optimista. En mi experiencia docente, veo cada vez más conflictos generados en la red. Ya cada vez hay menos peleas físicas, pero eso no es lo mismo que decir que no haya problemas de convivencia.
Y bien, podríamos decir que la existencia de conflictos es algo consustancial a la infancia y adolescencia, que siempre los ha habido y que eso no es algo nuevo. En efecto. Pero lo que me resulta llamativo en la gran mayoría de estos casos es la reacción de los adultos (la falta de reacción, quiero decir). En muchas ocasiones, las familias (y también buena parte del profesorado) es ajena a lo que ocurre en la red o su intervención se ve dificultada de inicio por las dificultades para bucear en esas aguas.
La paradoja es que dotamos a esos adolescentes, o preadolescentes incluso, de una tecnología sofisticadísima (la tecnología que contiene un teléfono móvil en la actualidad es más avanzada que la que permitió al hombre llegar a la Luna), que les acompaña a todas partes durante las veinticuatro horas del día de los siete días de la semana, y ahí mismo, en el mismo acto de entregarles el móvil, o la tablet, o el dispositivo que sea, termina la responsabilidad como adultos educadores.
¿Cómo se justifica esa falta de responsabilidad? Pues desde hace tiempo, los medios de comunicación suministraron la excusa perfecta para hacer tal dejación de obligación: acuñaron el término "nativos digitales". Según este lugar común, las generaciones nacidas de unos años hacia acá son "nativos digitales", han nacido con la competencia digital innata, y por tanto, es inútil pretender enseñarles nada relacionado con las nuevas tecnologías, a la par que innecesario.
Eso sí, cuando llega el conflicto, y el conflicto llega tarde o temprano, todo se atribuye a la "maldad intrínseca" de las tecnologías.
Pues no, la tecnología no es buena ni mala, todo depende de a qué fines se dirija. Y nuestros hijos no son "nativos digitales", sino más bien "huérfanos digitales", que han tenido la desgracia de carecer de un referente educativo en muchos de los dilemas a los que se enfrentan cuando fijan su mirada sobre la pantalla de su smartphone.
Por todo ello, me parece muy oportuno este MOOC, tanto para docentes como para padres. No podemos seguir manteniendo la irresponsabilidad de no educar, ni la solución pasa por limitar el acceso a la tecnología. Más bien, el camino correcto pasa por empezar a familiarizarnos con un mundo al que conscientemente no hemos querido entrar.